Por: Esther Rodríguez
El Salmo 24 es un himno de alabanza y exaltación a Dios por su soberanía sobre todo lo que existe. Declara enfáticamente que toda la tierra y su plenitud, incluyendo todos los seres que habitamos en ella, pertenecemos al Dios de Israel.
Las riquezas y recursos que se encuentran en ella, como el agua, los minerales, las plantas, los animales y las personas, todas estas cosas forman el mundo creado por Dios para que lo disfrutemos y seamos agradecidos.
Todo lo que tenemos proviene de Dios y administrar sabiamente los recursos qué él nos ha dado, es una forma de honrarle. También nos enseña que no debemos aferrarnos a las cosas materiales o de la tierra, sino que debemos usarlas para bendecir a otros.
El pasaje nos invita a reflexionar sobre cómo nuestras acciones pueden afectar la tierra y todo lo que habita en ella. Si no cuidamos el medio ambiente y no somos buenos administradores de los recursos que Dios nos ha dado, entonces estamos en contra de su voluntad.
Nuestras vidas no son nuestras, le pertenecen a Dios. Él es dueño de todo lo creado, lo que debemos es usarlo sabiamente, siendo agradecidos por todo lo que él nos da y permite en nuestras vidas a para glorificarse y cumplír su voluntad y propósito.
Somos beneficiados cada día de todo lo creado y de la provisión que viene de Dios, por lo que debemos honrarle con todo lo que de él hemos recibido, nuestras propiedades, empleos y pertenencias.
Que Dios nos ayude a tomar decisiones sabias y justas que promuevan el bienestar de las personas y del medio ambiente creado por Dios para bendecirnos.