En el inicio de un nuevo año cabe reflexionar sobre la base real de la que dependemos como sociedad: el matrimonio y la familia, porque «ningún éxito en la vida, justifica el fracaso de la familia» el matrimonio es la esencia donde nace la familia, y la base segura del núcleo importante que forma la sociedad, por eso debe ser valorado, respetado, cuidado y protegido por todos.
Todos los matrimonios tienen fortalezas y oportunidades para mejorar y desarrollarse. Las investigaciones indican que un matrimonio exitoso es el resultado de un progreso en diversas áreas claves de la vida matrimonial.
Las parejas sanas creen que el matrimonio es permanente, para toda la vida y que el divorcio no es una opción. El concepto de permanencia da solidez a los votos que son prometidos ante dios por la pareja, y que sella las garantías de la relación.
Un matrimonio sano, debe iniciarse con la esperanza y las ansías de vivir un futuro juntos con plenitud, y concebir claramente la idea de ver su matrimonio como la etapa más importante de su vida de pareja, pues el matrimonio convierte a la pareja en los verdaderos emprendedores que dan solidez a la sociedad, al formar familia cuyos resultados primero son exclusivos del matrimonio, llevan su tinta indeleble, su marca distintiva y un resultado con beneficios internos y externos, si abrazaron con compromiso y empeño innegociable, el desafío que lograrlo implica.
Por último y no menos importante, el matrimonio requiere de invertir amistad, amor, respeto, comprensión, tolerancia y aceptación en la relación. en un matrimonio fuerte y sólido, las parejas enfrentarán desafíos juntos donde estar dispuestos y ser intencionales en el abandono del ego, el egoísmo y el orgullo, y hacer lo que sea necesario para agradar a dios a través del matrimonio y hacer funcione saludablemente, valdrá la pena todo esfuerzo y los frutos serán su mayor recompensa.