Por: Esther Rodríguez
Hagamos que la educación infantil suene a melodía en la vida de nuestros niños. Que puedan aprender de nosotros la dulzura, la cortesía, el respeto, la empatía, la solidaridad y la alegría de una vida de paz, y sobre todo QUE AMEN AL DIOS QUE LES CREO Y LES REGALO EL DERECHO DE LA VIDA.
Las necesidades básicas se definen como aquellas condiciones o características comunes a todos los seres humanos que han de cumplirse para permitir, potenciar y estimular su desarrollo, incluyendo aspectos físico-biológicos, cognitivos, emocionales y sociales.
Los niños, desde su nacimiento, necesitan ser aceptados; sentirse amados y respetados; comer, descansar, jugar y aprender; crecer, pensar por cuenta propia y expresarse con libertad, descubrir y preguntar; no recibir golpes, gritos ni castigos. Todo esto los hará crecer más sanos y seguros.
Para un Desarrollo Saludable, es importante que los niños vivan en un hogar donde haya amor, cuidado y protección. Que tengan tiempo de recreación familiar y de actividades juntos como jugar, cantar, leer y conversar. La nutrición adecuada, el ejercicio y el descanso también pueden marcar una gran diferencia. Todo esto construirá recuerdos memorables en su subconsciente que le servirá para toda la vida, sobretodo para asumirla con seguridad y felicidad.
Colosenses 3:23-24
23 Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; 24 sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís.
Todo lo que somos, tenemos y recibimos, viene de Dios, por él existimos y somos. Él es nuestro maestro, nuestro jefe, a quien le rendiremos cuentas finalmente. Como padres tenemos la responsabilidad de criar a nuestros hijos para que amen, obedezcan, respeten (temor) y honren a Dios como nuestro creador y Dios soberano, y darles ejemplo de que también nosotros lo hacemos, porque los niños aprenden con ejemplos.
Salmo 127:3
3 He aquí, herencia de Jehová son los ahijos;cosa de estima el fruto del vientre. 4 Como saetas en manos del valiente,así son los hijos tenidos en la juventud.
Cuando los padres terrenales reciben en sus hogares a los hijos de nuestro Padre Celestial, asumen la responsabilidad de amarlos, valorarlos, enseñarles y guiarlos hacia la vida eterna.
Es fundamental plantearnos desde qué posición vemos a Dios en la familia, y si leemos su palabra, desde qué plano la leemos, ya que hay dos formas de hacerlo: desde la mente natural, y la mente espiritual. La mente natural crea principios, y la espiritual lee o interpreta espíritu de vida. Debemos revisar desde qué mente hemos concebido u observado circunstancias y experiencias de vida que hemos tenido que atravesar en el ámbito de la familia, ya que entendidas desde la mente natural y temporalidad construirán principios y argumentos humanos que atentan contra el conocimiento de Cristo. Cuando se habla de matrimonio y familia, se entiende el abordaje de nuevos principios y «claves de éxitos», y los principios no son malos, pero nos hablan de nuestro esfuerzo por lograr algo por nosotros mismos.
Dios no quiere que aprendamos pasos o principios para ser mejores esposos y esposas o hijos, porque nuestra naturaleza de pecado no puede «domesticarse», pero tarde o temprano saldrá a la luz. Dios no nos dejó la Biblia para tener Principios de Vida, sino para explicarnos la vida que ya tenemos y actuemos con discernimiento.
Las mejores familias no son las que dan estándares a los principios, y se ocupan en ser felices, más bien son aquellas que se ocupan en respetar, obedecer y honrar al Dios que les ha regalado la vida, y les ha dado todo para disfrutarlo.
Mateo 19:14
Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se los impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos.
Jesucristo y sus discípulos estaban ocupados en asuntos muy importantes: sanando a los enfermos, expulsando demonios y predicando las buenas noticias del Reino de Dios. En ocasiones no tenían tiempo ni para comer o descansar.
Entonces cuando los padres traían a sus hijos pequeños para pedirle a Cristo que orara por ellos, los discípulos les decían que no le hicieran perder tiempo al maestro. Ya estaba bastante ocupado y bendecir a unos niños pequeños no parecía ser una prioridad para los discípulos.
Pero Jesús escuchó a los discípulos y los corrigió. Los niños eran importantes para Jesús y de paso, también les podían enseñar una lección a sus discípulos. El Reino de Dios va a estar conformado por aquellos que desean aprender, son confiables, honestos y con una humildad semejante a la de los niños.
Proverbios 22:6
6 Instruye al niño en su camino, Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.
“Si deseamos cambiar las cosas, la labor tiene que comenzar con los hijos cuando son pequeños y dóciles, y cuando escuchan y aprenden.” Los hijos tendrán que decidir ellos mismos si desean servir a Dios o no. Lo importante es que los padres cumplan con su responsabilidad proveyendo al niño la mejor brújula: la oportunidad de cultivar una relación personal con Dios. Los valores y principios fundamentales por las que se regirá el ser humano se inculcan desde la más tierna infancia y permanecen así por toda la vida, puesto que «Más vale el buen nombre que las muchas riquezas, y el favor que la plata y el oro».
Hagamos que la educación infantil suene a melodía en la vida de nuestros niños. Que puedan aprender de nosotros la dulzura, la cortesía, el respeto, la empatía, la solidaridad y la alegría de una vida de paz, y sobre todo QUE AMEN AL DIOS QUE LES CREO Y LES REGALO EL DERECHO DE LA VIDA.